Hay algo en lo que muchas coincidimos, es que no nos agradan los signos que el paso del tiempo deja en nuestro rostro. Desde la antigüedad buscamos sin cesar la fuente de la eterna juventud, pero, como bien sabemos, a estas alturas aún no hemos dado con el milagroso remedio que evite el proceso de envejecimiento, pero si hay una clave infalible; tengas la edad que tengas; para mitigar las huellas de los años en tu rostro, es cuidar tu piel del rostro a diario, y mimarla para que esté siempre bella.
Nadie puede detener el paso del tiempo y sus efectos sobre la piel, pero sí hay una serie de pautas que te ayudarán a que se encuentre más radiante y luzca mucho mejor. La primera es mantener la piel limpia. Para ello te recomendamos que laves bien tu rostro por la mañana y en la noche, aunque; claro con los productos adecuando GLORIA RODAS, que son los correctos para tu rostro.
Cuando hablamos de limpieza nos referimos a limpiarla con los pasos correctos: Primero limpiar y remover impurezas con la Leche Limpiadora con Ácido Hialurónico, segundo lavar con el Agua Micelar con Ácido Hialurónico y tercero tonificar con el Sérum con Ácido Hialurónico; último paso de la limpieza facial y muy importante; esto en la noche. En la mañana: lavar con el Agua Micelar con Ácido Hialurónico y tonificar con el Sérum con Ácido Hialurónico.
Y si prefieres lavar tu rostro con el Jabón Líquido con Manzanilla, ten en cuenta que el agua con el que guajas tu rostro debe ser tibia; nunca caliente; incluso con el agua que te bañas el cuerpo debe ser tibia; quitarle el frío; el agua caliente no es nada recomendable para la piel.
El siguiente paso sin duda es la hidratación: Esto para las mujeres mayores de 25 años o antes sin tienen una piel seca y para las mayores de 35 años, no sólo es la hidratación, sino que es importante una crema nutritiva, en la mañana y en la noche. Algo muy importante y esto es para todas sin importar la edad, el protector solar, que nunca falte, incluso si te quedas en casa.
Lo importante es que sigas este hábito a diario y todo lo que te hagas en el rostro, también los debes hacer en el cuello y escote. Pero recuerda que la hidratación y la nutrición no se limita a los productos que te aplicas en el rostro, es bien importante hidratar la piel desde el interior, y no tienes que limitarte a tomar agua, también están los jugos de las frutas; preferiblemente dulces; y verdura, pero que sean naturales.
Además de estos pasos hay otras muchas claves que te ayudarán a que tu piel no se seque y esté más tersa, hidratada y suave como, por ejemplo, no fumar, reducir las horas de exposición al sol y, por supuesto, cuidar tu alimentación, el ejercicio es muy importante también.
La piel y el proceso de envejecimiento: La aparición de arrugas y la flacidez de la piel son, sin lugar a dudas, los signos más evidentes del envejecimiento cutáneo, pero para entender por qué se producen lo primero es conocer la composición de nuestra piel y cómo le afecta la edad.
LA PIEL MADURA NECESITA PRODUCTOS ESPECÍFICOA PARA MANTER UNA PIEL FLEXIBLE Y SUAVE.
La piel es un órgano más de nuestro cuerpo; cuya función es defendernos de los diferentes agentes externos que nos atacan de forma negativa y que es, además, el órgano más grande que tenemos, ya que su superficie es de hasta casi dos metros cuadrados. Cuando hablamos de la piel solemos asociarla con su capa más externa, la epidermis, pero además de ésta existen otras dos más: la dermis y la película hidrolipídica o hipodermis. En la composición de todas ellas, como en el resto de nuestros órganos, están presentes diferentes tipos de células y tejidos.
Cuando somos jóvenes lo habitual es que nuestra piel tenga una apariencia flexible. Ello se debe en gran medida a que las fibras que la componen tienen una gran capacidad de retener agua, capacidad que van perdiendo con el paso del tiempo. Como consecuencia de ello, la piel pierde hidratación, deja de estar tersa, y los surcos de expresión empiezan a marcarse, convirtiéndose en arrugas.
No sólo debemos cuidar nuestra piel del rostro, sino la del cuerpo también.